A raíz del escándalo de Chile Deportes del 2006, que en realidad fue una minucia comparado con los actuales, la Presidenta Bachelet formó la Comisión Nacional de Ética Pública, dirigida por Alejandro Ferreiro, e integrada por un distinguido grupo de especialistas, que propusieron muchas medidas extraordinariamente similares a algunas de las que propuso recientemente la comisión Engel, la cual por cierto realizó un excelente trabajo, con centenares de propuestas en tan sólo 45 días.
Ciper publicó recientemente un reportaje denominado “Así murió en el Congreso la agenda de probidad del primer gobierno de Bachelet”. Detalla, con deprimente y minuciosa información, cómo los parlamentarios –en un esfuerzo verdaderamente transversal y digno de mejor causa- fueron matando, postergando, o desdibujando uno por uno los proyectos de ley derivados del trabajo de la “comisión Ferreiro” entre 2006 y 2009. La Moneda se dejó doblar la mano y no recurrió a la ciudadanía ni siquiera para denunciar lo que estaba pasando. Entre ellos:
La mayoría de los parlamentarios que participaron en este sutil operativo, desconocido para la mayoría de los ciudadanos, continúan hoy en sus cargos. Este año los partidos ya se están defendiendo como gatos de espalda. Y los ciudadanos nos estamos dejando pasar a llevar una vez más.
Una primera y extra preocupante demostración de la resistencia de los partidos políticos a cambiar las cosas en su interior fue publicada en la prensa el 20 de junio. La Presidenta, al anunciar los resultados de la comisión Engel, se comprometió a implementar una de esas medidas, absolutamente esencial para que sus elecciones internas tengan credibilidad: el refichaje del 100% de los militantes de los partidos si desean recibir financiamiento público. Vergonzosa e inexplicablemente, ese día La Moneda, después de una reunión con los secretarios generales de los partidos de la Nueva Mayoría, anunció que la obligación del refichaje se aplicaba a… el 0.25% del padrón electoral, es decir, aproximadamente un 10-15% del total de militantes actualmente inscritos en cada partido. Si de renovación y limpieza de los partidos se trata, y las cúpulas partidarias se salen con la suya en esta pasada, la decisión adoptada ese día la convierte en un mal chiste.
Hace un mes que el Ejecutivo mandó un muy adecuado proyecto de ley para reforzar y blindar la Alta Dirección Pública, cuestión propuesta ya por más de una década. El silencio parlamentario, o al menos su falta notoria de interés, es retumbante. Afecta uno de sus modus operandi centrales: instalar a sus redes de pitutos en el aparato del Estado, para así extender sus maquinarias electorales.
Douglass North, premio Nobel de Economía hace décadas, lo escribió con nitidez escalofriante: “las instituciones formales no son creadas para ser eficientes socialmente, sino para servir los intereses de quienes tienen el poder de negociación para diseñar nuevas normas”.
Si en esta pasada la ciudadanía no se pone firme, todos los proyectos de ley derivados de la Comisión Engel irán siendo sucesivamente eliminados, retrasados, o desdibujados. Por esto si que hay que marchar, sin violencia, pero marchar. De pasada, los periodistas podrían hacernos el favor de confrontar un poco más agresivamente a los parlamentarios, en detalle, y no en general, sobre todas y cada una de las iniciativas de la comisión Engel. ¿O será la comisión Ferrengel?
Mario Waissbluth
Voces de La Tercera, 20 de julio de 2015