En su edición de 29 de julio, La Segunda publica la columna de nuestro director titulada “No culpemos a la montaña”. En ella, Pablo González sostiene que para dar una solución definitiva a la contaminación que ahoga a Santiago, las autoridades deben tener voluntad política.
“Si estamos en condiciones complejas de ventilación, deberíamos ser más exigentes con los estándares ambientales, su fiscalización y las multas por infringirlos”, asegura González.
La solución definitiva, en su opinión, pasa por ser más exigentes con las normas; prohibir el uso indiscriminado de la leña y el carbón, trasladar a las empresas contaminantes, privilegiar el transporte público y no contaminante (bicicletas), cobrar por el uso del automóvil y ampliar los medios de fiscalización.