Recientemente, las redes sociales ardieron con la metida de pata de un estudiante de la UDD, que en su candidatura a dirigente comentó livianamente: “Aprovechar, no sé, el ambiente que tenemos acá, gente que piensa muy parecido, son todos gente, por así decirlo ABC1, y que no se aprovecha. Deberíamos pasarlo mejor, compartir más, su asado allá atrás en las canchas”.
Este incidente jocoso y anecdótico es fruto de la liviandad de un jovenzuelo. Fue, por lo demás, censurado por sus propios compañeros, él mismo pidió disculpas, y además, no se debe generalizar a todos los estudiantes de la UDD o similares establecimientos.
Sin embargo, es la punta de un iceberg, fruto y símbolo de la profunda segregación de las escuelas particulares pagadas en preescolar, básica y media, que luego se prolonga en buena parte en universidades de esta naturaleza, donde muchos padres de este tipo de estudiantes consideran como un valor mantenerlos segregados, tal y como viven, se reproducen y mueren en Vitacura, Las Condes y La Dehesa.
Muchos de ellos (los así denominados “zorrones”) no llegan a la universidad realmente interesados en estudiar, formarse y aprender, sino a alimentar su red de “pitutos” (o sus posibilidades matrimoniales endogámicas), lo que Varela y Maturana llamaron “autopoiesis”: un sistema capaz de reproducirse y mantenerse a sí mismo. Esta ruta les asegurará un futuro esplendor en lo económico de manera absolutamente independiente de la calidad de su formación. Se comportan como “clientes” de un bien de consumo, en la más nítida acepción del término. Luego, pondrán a sus vástagos en las mismas escuelas preescolares, básicas y medias, reproduciendo así ad eternumel apartheid social y educativo de Chile.
Un reportaje de prensa del 2008 sobre los antecedentes académicos de los gerentes generales de 100 grandes empresas reveló que el 84% de los encuestados estudió en colegios particulares pagados, a los que acceden sólo siete de cada cien chilenos. El 50% de los gerentes proviene de tan sólo cinco establecimientos, el Verbo Divino, Sagrados Corazones de Manquehue, Saint George, San Ignacio y Tabancura. ¿Endogamia, dijo alguien? Algunos opinan que esto no tiene nada de malo. Pregúntele a algún habitante de país civilizado si esto tiene o no tiene “algo de malo” en su origen, ética, justicia y consecuencias. La cuna define si alguien llegará o no a gerente. El sesgo religioso es, además, flagrante.
Un Decano de la U. San Sebastián (USS) debió renunciar el 2012 por similar “metida de pata”, pero en otro segmento social: “… reconozco que me equivoqué en un tema y que estoy remontando, y es que no consideré el segmento y el perfil que va a esta universidad; no tiene cultura, no tiene sofisticación, y con mucho respeto lo digo, porque los adoro y nos hemos hecho muy amigos. Son primera generación en la universidad, son por ejemplo hijos de un camionero, de gente vulnerable”.
Ojo. En la estratificación y profunda segmentación de los jardines, escuelas básicas, medias e instituciones de educación superior, la USS viene siendo como “clase media”. Ni hablar de los IP y CFT donde suelen terminar estudiando muchos de los verdaderamente pobres. Ni hablar de los guetos socioculturales hacinados en las escuelas municipales, o de los guetos socioculturales calefaccionados de las escuelas particulares pagadas, que son los dos extremos más virulentos de nuestra “Sudáfrica educativa”.
El 50% de los gerentes proviene de tan sólo cinco establecimientos, el Verbo Divino, Sagrados Corazones de Manquehue, Saint George, San Ignacio y Tabancura. ¿Endogamia, dijo alguien? Algunos opinan que esto no tiene nada de malo. Pregúntele a algún habitante de país civilizado si esto tiene o no tiene “algo de malo” en su origen, ética, justicia y consecuencias. La cuna define si alguien llegará o no a gerente. El sesgo religioso es, además, flagrante.
Me adelanto al lector recalcitrante: yo puse a mi último hijo en edad escolar en uno de estos guetos en el año 1994. En el sistema actual de castas, lo volvería a hacer si pudiera, porque sé que así le iría mejor a mi hijo, lo cual no significa que, si yo pudiera, legislaría para que, comenzando en el primer ciclo básico, todo jardín o escuela particular pagada debiera aceptar a un 30% de estudiantes becados. Ley pareja no es dura, y mis nietos recibirían una mejor educación en el sentido integral. Aquí no se trata de criticar a “los apoderados de arriba”, ellos actúan consistentemente de acuerdo a las reglas establecidas por centurias. Se trata de que eliminemos gradualmente el apartheid, mostrando que sí se puede, que no pasa nada tan grave y que todos conviviremos mejor.
En suma, hemos construido en Chile un sistema educativo para ultrarricos, ricos, medio ricos, clase media alta, media media, media baja, pobres e indigentes. Es como una torta de milhojas cuidadosamente estratificada, donde casi no hay mezcla socioeconómica… o académica, cuestión no menor, suelen venir de la mano.
Algunos embajadores europeos me comentan para callado, en reuniones, que lo que ven en Chile los tiene horrorizados. Pero, claro, no pueden meter la pata en público. Lo peor es que, para una buena mitad de Chile, “la mitad de arriba”, esto es perfectamente normal e, incluso, deseable. El virus cultural del clasismo y racismo se extiende también como el ébola hacia las clases medias y bajas, como lo demostró un reciente incidente futbolístico. Incluso se expresa dentro de algunas escuelas municipales.
¿Este esquema se dio en Chile (y en el resto de América Latina) por mera casualidad, una especie de subproducto indeseado de un modelo de desarrollo económico y social? No. La elite latinoamericana ha sido clasista, racista y segregacionista por centurias. Algunas citas textuales (referencias precisas disponibles en los libros Se acabó el recreo y Cambio de rumbo):
Una carta del 20 de octubre de 1803 del Claustro de la Universidad de Caracas al Monarca:
“Si se introducen en el cuerpo literario los pardos, si tienen opción a sus premios y remuneraciones, se extinguió para siempre entre nosotros el esplendor de las letras, se arruinó eternamente nuestra universidad”.
“El Claustro se horroriza y tiembla al considerar la deplorable situación en que se hallaría en caso semejante la más noble porción de los vasallos de Vuestra Majestad en estas provincias (…) sumergidos en el hondo abismo de la barbarie y de la confusión mientras la posteridad africana, una vergonzosa descendencia de esclavos (…) unos hombres tan abatidos que no tienen motivo alguno para amar a la España (…) estos hombres ocuparían nuestro lugar, eclipsarían el esplendor de la literatura, y acaso se atreverían a vulnerar insolentemente los derechos de Vuestra Majestad, consecuencia la más funesta para el Estado”.
El fundador de la U. de Chile, Andrés Bello, 1836:
“El círculo de conocimientos que se adquiere en estas escuelas erigidas para las clases menesterosas, no debe tener más extensión que la que exigen las necesidades de ellas: lo demás no sólo sería inútil, sino hasta perjudicial, porque, además de no proporcionarse ideas que fuesen de un provecho conocido en el curso de la vida, se alejaría a la juventud demasiado de los trabajos productivos”.
“Las personas acomodadas, que adquieren la instrucción como por una especie de lujo, y las que se dedican a profesiones que exigen más estudio, tienen otros medios para lograr una educación más amplia y esmerada en colegios destinados a este fin.”
Mariano Casanova, fundador de la PUC, Arzobispo de Santiago de Chile, se Dirige al Clero y Fieles al Publicar la Encíclica de Nuestro Santísimo Padre León XIII sobre la Condición de los Obreros, 1891:
“La desigualdad de condiciones y de fortunas nace de la desigualdad natural de talentos, aptitudes y fuerzas; y no está en la mano del hombre corregir esa desigualdad, porque no está en su mano igualar la condición de todos”.
… “Y sabiamente lo ha dispuesto así la Providencia, pues el día en que se nivelasen las condiciones y fortuna de los hombres, desaparecería la sociedad, que se funda en la reciprocidad de servicios que se prestan unos a otros”.
… “El rico necesita del pobre para el cultivo de sus campos, para extraer y beneficiar el oro de sus minas, para las variadas obras de la industria humana, para la construcción de sus edificios y hasta para la preparación de su alimento. El uno y el otro se complementan como los diferentes miembros del cuerpo humano.”
Juan Bautista Alberdi , afamado intelectual y político argentino, escribió, en el siglo XIX:
“Un simple cuero seco, un saco de lana, un barril de sebo, servirán mejor a la civilización de Sud América que el mejor de sus poemas… Aunque pasen cien años, los rotos, los cholos o los gauchos no se convertirán en obreros ingleses…”.
“En vez de dejar esas tierras a los indios salvajes que hoy las poseen, ¿por qué no poblarlas de alemanes, ingleses y suizos?… ¿Quién conoce caballero entre nosotros que haga alarde de ser indio neto? ¿Quién casaría a su hermana o a su hija con un infanzón de la Araucanía y no mil veces con un zapatero inglés?”.
Es tentador entonces inventar una nueva sentencia “alberdiana”: ¿para qué gastar esfuerzo, tiempo y dinero en educar a los cholos y rotos, o peor aún, sentarlos en las mismas aulas que nuestros hijos? ¿Es entonces mera casualidad que el sistema escolar de América Latina sea el más segregado del mundo, con los peores resultados promedio del mundo occidental, y con las peores inequidades de resultados de aprendizaje?
No es casualidad. A la elite latinoamericana le ha importado muy poco la educación de los más pobres, salvo gestos de caridad en materia de políticas públicas. “Aumentemos la cobertura pero… separaditos, por favor”. ¿Liceos técnicos? Sí, para los pobres, pues.
A estas alturas, algún lector de la mitad de “los de arriba” debe estar refunfuñando. ¿Por qué este “zurdo” se dedica a sembrar odio e intolerancia? ¿Qué no ve acaso que hemos progresado? ¡Estas son citas añejas!
Vamos entonces a 1988. Cito a Gerardo Jofré, a la sazón joven asesor de Hernan Büchi, presidente de Codelco durante el gobierno anterior, y hasta hoy integrante de su Directorio. El fue meticuloso para describir las bases conceptuales del sistema escolar más segregado del mundo, que posteriormente la Concertación vendría a reforzar con su nefasto invento del copago, aplaudido y defendido hasta hoy por los inventores del modelo subsidiario.
“Si existieran establecimientos subvencionados y establecimientos pagados sin diferencias perceptibles en el servicio prestado, nadie se autoclasificaría seleccionando el establecimiento pagado. La gente se autoclasificará así solo si perciben diferencias entre ambos establecimientos”.
“Esto significa que para que exista la autoclasificación, la cual no adolece de ninguno de los serios inconvenientes de la selección de beneficiarios por el Estado, debe admitirse que la educación subvencionada será de calidad inferior que la pagada”.
“Esta idea suena chocante, pero no es sino la realidad que existe en cualquier parte del mundo. Si no existiera esta diferencia, nadie asistiría a escuelas pagadas”.
Sin comentarios. Solo habría que corregirle a Jofré: “… y nadie asistiría a las escuelas subvencionadas de alto copago”. En lo único que hemos avanzado es que, cualquiera de estos próceres que se atreviera a decir públicamente alguna de estas barbaridades, se vería forzado a renunciar, como le pasó al jovenzuelo de la UDD o al Decano de la USS. Es un avance, después de todo. Ya es feo decirlo, por lo menos. En la práctica, sin embargo, seguimos igual, y mucha gente no lo dice pero piensa igual.
Me dirijo entonces a los honorables Senadores, que están comenzando a tramitar la “Ley de Inclusión”, hasta hoy conocida como “ley para terminar con el lucro, copago y selección”. Parto diciendo que no creo que se debió haber comenzado por aquí. Lo que el gobierno no vislumbró ni de lejos, al comenzar la reforma educativa por este lado (y además con una ley mal redactada en su primera versión, y peor comunicada), es que no se cambian culturas centenarias por mero decreto legislativo.
Hay amplia teoría y praxis sobre gestión del cambio, cuyos conceptos no fueron considerados. Además, hay numerosas reformas adicionales que restan por hacer para mejorar la calidad: carrera docente, educación pública, preescolar de alta calidad y no meras guarderías, desburocratización de reglas enfermizas que aplastan a sostenedores privados y públicos, “des-Simcificación” que distorsiona gravemente la calidad, liceos técnicos en el abandono (clasista), disminución de la presión de horas lectivas intolerablemente alta, entrenamiento docente para educar innovando y en diversidad, en fin. ¿Podría haberse comenzado por algunas de ellas, incluso varias de costo cero? Sí.
Sí, pero. Sí, pero. El hecho, honorables Senadores, es que Uds. tienen hoy en sus manos el primer intento serio, no de décadas, sino de centurias, para que el país cambie de rumbo y siente las bases de una educación menos segregada, más inclusiva, que por cierto habrá de implementarse gradualmente.
Por ello les suplico que por un momento abandonen la trinchera. Que mediten si acaso podremos lograr el ansiado desarrollo, no sólo en materia de ingreso per capita, sino de tolerancia, cohesión social y confianza en los demás, con el modelo actual de castas educativas. Por un momento, honorables Senadores, entierren el hacha de la guerra y logren un pacto de largo plazo para poner a Chile en una auténtica vía de desarrollo no sólo educativo y económico, sino ético y cultural. Tenemos, una vez más, en nuestras manos la posibilidad de marcar un rumbo para América Latina.
Nuestro principal capital son nuestros jóvenes. Desarrollémoslos a todos al máximo, con igualdad de oportunidades.
Mario Waissbluth
El Mostrador, 17 de noviembre de 2014