En una columna anterior en este medio, titulada “Educación Escolar: Perdimos el Rumbo”, hice un balance de los aspectos positivos y negativos de nuestro desarrollo educativo. Espero haber sido convincente en cuanto a que este modelo, una “citroneta made in Chicago de los años 80”, requiere un ajuste de tuercas mayor. A continuación, expondré la propuesta general y la estrategia para ajustar el rumbo de manera significativa
La reforma educativa requiere un enfoque sistémico. Ninguna bala de plata ni consigna van a constituir la solución, y es fácil que la política electoral contingente las convierta en “cuñas” para la prensa. La siguiente figura intenta demostrarlo. No le pido al lector que se maree siguiendo ninguna de las flechas que muestran el impacto de algunos pilares estratégicos sobre sí mismos, o bien, lo más relevante, sobre los objetivos sociales fundamentales que persigue la reforma. Le pido sólo que observe en una mirada general el carácter sistémico e integral.
Por dar sólo un par de ejemplos de las interacciones entre sus elementos: no habrá educación inicial, ni educación pública, ni liceos técnicos de calidad, sin directivos, profesores y educadores de párvulo en la calidad y la cantidad necesarias. Tampoco disminuiremos la segregación sin disminuir las presiones competitivas del “mercado escolar”.
Lo importante de esta telaraña de flechas es hacer notar que, si deseamos lograr los cuatro objetivos sociales que son obviamente necesarios, ninguno de los ocho pilares estratégicos es prescindible. La tentación política de lograr sólo algunas cuestiones en cuatro años y “chutear” lo demás para el siguiente período presidencial hará que esta mesa de ocho patas se tambalee y se vuelva inestable en cualquier escenario. Todos estos temas deben quedar, a lo menos, sólidamente “enrumbados” en el próximo período presidencial.
Describiré someramente cada pilar. En total, ellos se desglosan en 33 propuestas que detallé y calendaricé en un libro reciente, llamado “Cambio de Rumbo: Una Nueva Vía Chilena a la Educación”, y que serían imposibles de abordar aquí. Me limitaré a proveer la justificación y la orientación generales.
1. Construcción de capital humano.
Nos lo dice todo el mundo: el techo de cualquier sistema educativo está definido por la calidad de sus profesores, pero también de los directivos de las escuelas, los paradocentes, y los directivos de los sostenedores. Este transatlántico de 3.8 millones de preescolares y escolares está tripulado por más de 250 mil profesionales, lo cual implica un masivo esfuerzo para redefinir su formación, habilitación, remuneración, recapacitación, condiciones de jubilación o retiro dignas, y condiciones laborales adecuadas. Las actuales son insostenibles.
Esto tomará con suerte una década, y la meta del próximo período presidencial debe ser dejar todo este paquete de reformas legislado, presupuestado y en marcha. Tan sólo esta medida significa en el largo plazo un aumento de US$ 1.800 millones anuales, que deberán incrementarse escalonadamente a razón de US$ 300 millones cada año.
La mayor urgencia, pero a la vez la de implementación más rápida ( por representar “sólo” 20 mil personas), la “ruta corta en el camino al Everest”, la que hace la diferencia en el corto plazo, es el grado de profesionalización y compromiso con el aprendizaje de los niños, que tienen el Director de la Corporación o Dirección de Educación o sostenedor privado, los funcionarios administrativos y pedagógicos de estas unidades y los directivos que ellos mismos seleccionaron, es decir, el Director, Inspector General y Jefe de Unidad Técnico Pedagógica de las escuelas y liceos.
Por muy bueno y comprometido que sea un profesor, la presencia de directivos burocráticos, autoritarios, o simplemente ineptos (los hay y muchos), hará que el clima escolar sea inmanejable y que la subvención preferencial se malgaste. No es por casualidad que el 40% de los profesores desertan de la carrera antes de 5 años, tanto en colegios particulares pagados como subvencionados y municipales.
2. Educación inicial, el pilar fundacional de la república.
Felizmente, ya todos los colores políticos se convencieron de este “huevo de Colón”. La formación neuronal, tanto cognitiva como emocional, comienza al nacer y alcanza su máxima velocidad entre los 10 y 24 meses, para luego comenzar a decaer. Al llegar a los 36 meses de edad, un niño del quintil más pobre maneja un vocabulario de 500 palabras, un hijo de profesionales 1.300. Su carrera escolar ya comenzó con déficit, eso sin hablar de las tasas de maltrato infantil y violencia física en todos los estratos sociales, que llega a ser del orden del 51,5%. Sí, 51,5%, según estadísticas de UNICEF. 51,5%. Memorícelo y, ojalá, espántese un poquito y no lo olvide mañana.
Pero hay confusión informativa. La educación inicial abarca sala cuna, jardines infantiles, prekínder y kínder. Los avances significativos que tenemos sólo se han focalizado en esta última etapa, y nuestro cálculo es que en los tres quintiles más pobres faltan nada menos que 350 mil cupos en sala cuna y jardín de excelencia, gratuitos, que no seleccionen. Esto no es para lograr cobertura total, sino los mismos grados de cobertura de los quintiles más ricos. Si esto se hace con las proporciones adecuadas de educadoras de párvulo, con buena formación y habilitación, requeriríamos más de 60 mil nuevas plazas. Vaya ubicándose en el tamaño del desafío. Por cierto, la integración social de los niños comienza en el jardín infantil, si es que alguna vez va a comenzar.
Otra cosita: no necesitamos “guarderías”. Ese es un concepto laboral. Necesitamos verdaderas salas cuna. El proyecto de Ley de salas cuna anunciado recientemente por el Presidente apunta en una dirección perfectamente incorrecta y no debe aprobarse por ningún motivo. Sólo doy este aviso por si acaso alguien se equivocara y dejara pasar ese gol mediático.
3. El renacimiento de la educación pública.
Este tema daría para una columna completa. Necesitamos transformar la educación pública en un formidable competidor de la educación privada. El día en que los apoderados en cada barrio opten libremente y con entusiasmo por escoger jardines y escuelas públicas integradas, de excelente calidad, gratuitas y sin selección, como ocurre en la vasta mayoría de los países avanzados, entonces comenzaremos a integrar la sociedad chilena y fortalecerla en sus valores de diversidad y respeto mutuo.
No hay, nuevamente, balas de plata. Se requiere, en primer lugar, una Agencia Nacional de la Educación Pública que juegue el rol de “dueño preocupado”, no como hasta ahora, por las acciones, omisiones y negligencias tanto de la dictadura como de sucesivos gobernantes y alcaldes de todos los colores. Esta Agencia debe, por vía de una Ley (que tomará un par de años de trifulca parlamentaria), iniciar una desmunicipalización gradual y selectiva, comenzando por el tercio de comunas que son responsables por dos tercios de la caída de la matrícula pública.
Es necesario, asimismo, transformar la fórmula de cálculo de la subvención, tanto para el sector particular como el público. No cuesta lo mismo educar a 7.000 alumnos agrupados en 5 colegios en un radio de 10 km, que educar a 7.000 alumnos agrupados en 30 establecimientos, en el doble de aulas, en un radio de 100 km.
De igual modo, en aquellas corporaciones y distritos escolares locales cuya calidad de gestión esté garantizada, la Agencia Nacional debe proveer recursos para adquirir escuelas particulares subvencionadas, de manera que la red territorial de jardines y escuelas públicas quede adecuadamente cubierta. Así como lo lee. Reversión gradual y voluntaria de la excesiva privatización, en aquellos barrios donde la negligencia pública no estableció jamás una oferta para los apoderados.
4. El renacimiento de la educación técnico profesional.
Cerca de la mitad de los alumnos de Media optan por esta modalidad, que además constituye una necesidad urgente para muchas familias que requieren que sus hijos pasen por un período de trabajo en oficios dignos, certificados y bien remunerados por un tiempo, antes de proseguir estudios superiores.
La buena noticia: de los cerca de mil liceos técnicos hay entre 50 y 100, públicos y privados, que son un ejemplo de cooperación con el sector productivo, formación dual, buenos laboratorios y profesores competentes. Esos chicos no tienen ningún problema en encontrar empleo, las empresas hacen cola para contratarlos. Esto demuestra que cuando se quiere se puede. La mala noticia es la negligencia y clasismo con que el país ha mantenido 900 liceos en condiciones casi degradantes. Lo que hay que hacer está en el fondo bastante claro, y no lo abordaremos por brevedad. En suma, financiar la imitación a los que lo hacen bien, con reglas claras y directivos de excelencia.
5. Más colaboración y menos mercado.
Nuestro modelo, objetivamente, es el más mercantilizado del mundo. Y la competencia entre escuelas privadas, entre ellas y las públicas, y entre las mismas escuelas públicas de una comuna, luchando por la ansiada subvención per cápita, ha segregado a los estudiantes, ha eliminado la colaboración entre profesores, entre directivos, entre todos. Nos lo dicen todos los especialistas de la OCDE: el mercado no funciona bien en la educación, porque los incentivos perversos son inmanejables, incluso con Superintendencias y Agencias de por medio.
No es posible, en la práctica, eliminar de un plumazo este modelo “Chicago” construido a lo largo de 30 años (con el entusiasmo de muchos ministros de la Concertación). Pero es perfectamente posible revertir sus tendencias. Esto se puede lograr ajustando las fórmulas de financiamiento arriba mencionadas, eliminando la subvención por concentración de alumnos vulnerables para sustituirla por una subvención de integración, es decir, exactamente lo opuesto. Lo más importante, dedicar un porcentaje significativo de la subvención a un fondo para incentivar la innovación colaborativa en lugar de la competencia, entre escuelas, entre sostenedores, entre directivos, entre profesores de matemáticas, o cualquier otro proyecto que genere más colaboración y menos mercado.
6. Disminución de la burocracia de comando y control.
Bastaría con que las nuevas autoridades se reunieran un día completo con directivos de sostenedores y escuelas particulares y públicas, de las mejores que existan, así como con profesores de la red de Maestros de Maestros, para que constaten el horror burocrático al que se ven sometidos. En lugar de concentrarse en el aprendizaje de los alumnos, y el apoyo a sus profesores y apoderados, deben invertir cerca de la mitad de su tiempo (hay casos en que es el 80%) atendiendo inspecciones, rendiciones de cuenta financieras en muchos casos absurdas, siendo citados a la Provincial, multados, rindiendo cuenta de la asistencia hora por hora de clases, a un ejército de burócratas de la Superintendencia, la Agencia, el Ministerio, la Contraloría, que han llegado a extremos insólitos de arbitrariedad y duplicación de controles.
No lo estoy inventando, lo vivimos a diario en el trabajo de terreno de Educación 2020. Agréguele a ello la locura de una tecnocracia descontrolada que les impone una montaña de contenidos curriculares incumplibles, y SIMCE de 2º, 4º, 6º, 8º Básicos, 2º Medio y 3º Medio Inglés, más otras pasaditas muestrales por el SIMCE de Deportes y el de TICs. Falta poco para que inventen un SIMCE sobre cómo limpiarse el trasero en prekinder. Peor aún, todo el sistema de bonos, zanahorias y garrotes está diseñado y aplicado con placer casi sádico por esta tecnoburocracia descontrolada.
No estoy diciendo que no hay que tener un currículum, que no hay que controlar, que no hay que medir. Es obvio que hay que hacerlo. Estoy simplemente diciendo que la primera y más urgente medida del sistema educativo, simplemente para permitir que profesores, directivos y alumnos puedan respirar (y de pasada aprender algo creativo en lugar de memorizar como loros), es usar una tijera podadora de jardinero y cortar la mitad de esta salvajada. Las propuestas concretas están descritas en el texto ya mencionado. Con ganas, se puede rapidito.
7. Nuevo modelo pedagógico.
Esto sí que está difícil, pues debe hacerse con 200 mil profesores que hoy, en su gran mayoría, presionados además por la tecnoburocracia del SIMCE, están “pasando materias” con estilos pedagógicos del siglo XIX, de manera frontal y “apuraditos”, a niños pasivos y aburridos, que en muchos casos ya desconectaron el cerebro porque el 45% no ha logrado siquiera entender lo que lee.
El aprendizaje es integral cuando garantiza de manera equilibrada la adquisición de saberes, habilidades y actitudes para el desarrollo del pensamiento; el crecimiento y la autoafirmación personal; el establecimiento de relaciones con otros y con el entorno; y su sentido de la vida. No estamos formando personas con las competencias necesarias para el siglo XXI por medio del llenado de facsímiles de SIMCE y PSU.
Esto requiere modificaciones masivas en las escuelas de pedagogía, y una propuesta que a lo mejor Ud. considerará un poco volada: la creación de 100 escuelas y liceos públicos experimentales (como alguna vez lo fue el Manuel de Salas), con los mejores profesores, que no seleccionen, que integren clases sociales, con convenios de colaboración con las mejores universidades de Chile y el mundo y, sobre todo, sobre todo, liberadas del yugo del currículum obligatorio y el SIMCE, con “licencia para innovar”. Esto no significa dejarlas al azar, son experimentos controlados, para asegurar que sus egresados puedan tener buenos resultados en el ingreso a la educación superior. Pero me la juego en que de aquí saldría un elevado porcentaje de los famosos “puntajes nacionales”. Enseñarles a los niños a pensar, a resolver desafíos en grupo y a expresarse, no tengo dudas que rendirá frutos. Traigamos aunque sea un pedacito de Finlandia a Chile, a un 1% de las escuelas.
8. Disminuir la segregación como beneficio para todos.
Un informe de la OECD describe el impactante y acelerado éxito de Shanghai y Hong Kong en los resultados internacionales, y explica cómo una de sus causantes centrales ha sido la deliberada eliminación de un sistema que allá estaba construido sobre la base de escuelas para una pequeña elite, y su desarrollo hacia un sistema más inclusivo donde se espera un alto rendimiento en todos los niveles (es decir, todo lo contrario a nuestras creativas políticas respecto a los liceos bicentenario, los emblemáticos, los particulares pagados, el financiamiento compartido, la expulsión temprana y todas nuestras prácticas de descreme social y académico).
En suma, somos las “anti-China”… y la “anti-Finlandia”, “anti-Singapur”, “anti Nueva Zelanda”, vamos navegando exactamente en el rumbo incorrecto. La soberbia ideológica es mala consejera.
Esta reducción de la segregación tampoco se puede hacer de un día para otro. Después de 30 años de “guzmanismo-leninismo”, a mucha gente le gusta la segregación. En las escuelas pagadas, en las de financiamiento compartido, en las emblemáticas, etc.
Esto se lograría con la eliminación gradual del financiamiento compartido y del lucro, con el control y sanción draconiana de la selección indebida y la expulsión prematura, con incentivos a la integración, y con la obligación de todas las escuelas y liceos de recibir alumnos vulnerables con subvención preferencial.
En otra ocasión trataremos las condicionantes políticas, financieras y gremiales de esta reforma, ambiciosa pero gradual.
Columna Mario Waissbluth, El Mostrador
4 de noviembre de 2013