Durante los últimos años hemos visto que la innovación pública se ha puesto de moda, conferencias, publicaciones e implementación de prácticas en muchos países. De hecho, hemos visto en la región, tomando como referencia otras latitudes, el surgimiento de instituciones dedicadas a la innovación pública, los denominados Laboratorios de Gobierno o similares.
La innovación pública plantea de por si muchos desafíos al quehacer del Estado, como lo resumía en: Innovación Pública, un camino lleno de espinas!
Pero incluso superando estas trabas, tarea no menor, hay nuevos desafíos por delante y me quiero centrar en uno, que por algunos análisis y revisiones de experiencias en la región, me parece el más relevante y dice relación con el título del presente post:
¿Cómo pasamos de la innovación a soluciones que operan?
Esto porque es muy frecuente quedarse con el experimento en ambiente controlado, estos espacios de innovación pública, son muy buenos en identificar desafíos y desarrollar métodos de innovación que buscan encontrar la mejor solución al problema planteado, pero esto se hace mayoritariamente en ambientes controlados y que en pocas ocasiones incluyen las condiciones de borde a las que se verá enfrentada la solución al momento de implementarla.
El siguiente paso, una vez identificada la solución, es su implementación y por lo tanto llevarlo a un espacio en el que pueden aparecer condiciones bastante adversas, las cuales en ocasiones no son analizadas en profundidad, me refiero a las siguientes situaciones:
Es importante que la innovación no se transforme en un fin en sí mismo, lo digo porque he visto en varias ocasiones que estos espacios miden su quehacer con la cantidad de experimentos y no en la cantidad de cambios de procesos y/o prácticas y/o servicios modernizados.
Es muy relevante que la innovación pública, no pierda de vista su razón de ser y juegue el rol que le cabe, mejorar y modernizar el quehacer del Estado.