Con la columna de Daría Eimbcke, inauguramos la publicación de una serie de tres columnas destacadas escritas por alumnos del curso “Introducción a los Sistemas Públicos” que dicta el CSP en Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile.
En extrema gravedad se encuentra un joven de 21 años de edad, tras recibir un impacto de bala en su cabeza percutado por un funcionario de Gendarmería en medio de los incidentes estudiantiles […] En el sector se realizaban desde las 14:00 horas manifestaciones estudiantiles, las que cortaban el tránsito, y en ese contexto, un carro de Gendarmería que pasaba por el lugar fue atacado […]“ 1
Noticias como la anterior sobre actos de violencia hay muchas a diario. Esta resulta particularmente llamativa, ya que se produce en medio de la discusión de la “Ley Hinzpeter”, en la que se analiza aumentar las penas para quienes cometen delitos estando encapuchados.
Más allá de los posibles castigos y los terribles daños provocados a personas inocentes es interesante preguntarse ¿qué genera este suceso? Una interpretación es que los jóvenes que atacaron el furgón de gendarmería, lo hacen en forma de protesta. A pesar de que el gendarme en particular no tenía nada que ver con las manifestaciones y sólo estaba pasando por ahí, representa al sistema y orden establecido, del cual los encapuchados se sienten marginados.
Para analizar el problema de fondo, surge la pregunta ¿cuáles son las causas de la marginación en que viven ciertos grupos vulnerables en el país?
En el Libro “Violencia y Cohesión Social en América Latina”, los autores destacan como principales causas la deserción escolar y la baja empleabilidad de los grupos vulnerables.
Muchos jóvenes no le encuentran sentido a seguir estudiando, ya que, debido a la mala calidad de la educación a la que acceden, les costará encontrar un trabajo relacionado a sus carreras. Deciden abandonar sus estudios y buscar un empleo que no los requiera, el cual puede ser difícil de conseguir o les entrega ingresos mínimos por lo que muchos optan por no hacer nada. De esta forma aumenta la marginación de este sector y se genera un círculo vicioso, ya que sus hijos probablemente también crecerán en la pobreza y sin acceso a una educación de calidad. Así, se genera una generación de “jóvenes Ni-Ni”, jóvenes que ni trabajan ni estudian.
Los impactos negativos de este fenómeno, tanto a nivel económico como social, especialmente en el aumento de la violencia, hacen que sea un tema muy relevante en la actualidad. A nivel económico, se reduce la población que trabaja activamente, por lo que disminuye la productividad del país, y muchas familias se ven enfrentadas a dificultades económicas, aumentando la desigualdad. A nivel social, estos jóvenes se convierten en personas muy vulnerables, susceptibles de ser captados por traficantes ilegales de armas o drogas. Además, al verse marginados -sin educación ni empleo- aumentan sus niveles de angustia junto con la probabilidad de caer en depresión y consumir sustancias dañinas para la salud como drogas y alcohol. Así, aumenta la violencia y disminuye la seguridad ciudadana, lo que representa una de las mayores amenazas de la cohesión social.
Como se vio en clases, según la encuesta CEP de noviembre de 2011, un 55% de la población creía que la seguridad era uno de los problemas a los que el gobierno debería dedicar el mayor esfuerzo con el fin de solucionarlo. En la misma encuesta de abril del 2012, el porcentaje disminuyó a 45%, sin embargo, sigue estando en el segundo lugar de prioridades, por lo que aún es un desafío pendiente.
Existen distintas opiniones sobre cómo enfrentar esta situación de violencia, sin embargo, los expertos coinciden en que se requieren políticas públicas de largo plazo, enfocadas en mejorar la calidad de la educación y la capacidad de los jóvenes de encontrar empleo. Por ejemplo, a través de capacitaciones que mejoren su empleabilidad e intervenciones en su entorno para lograr incluirlos en la sociedad y sacarlos de la marginación. Waissbluth, en “Déficit de Vitamina ‘I’” (2010), destaca que estas políticas no sólo tienen que estar bien pensadas desde su inicio, sino que también deben ser bien implementadas.
Las políticas públicas más efectivas requieren hacerse cargo de los principales factores de riesgo que llevan a la violencia: embarazo adolecente, consumo de drogas, baja empleabilidad para los jóvenes y la presencia de violencia en los hogares. Para esto se necesitan programas de intervención temprana, idealmente en la sala de clases, enfocados más en prevenir que reprimir.
Lamentablemente, los resultados de estas políticas son difíciles de medir, ya que sus efectos se ven en el largo plazo. Por lo anterior, los políticos tienen grandes incentivos de dejarse llevar por lo fácil, lo que se puede medir inmediatamente con estadísticas y así mejorar la probabilidad de que los elijan. Waissbluth, en su columna “El Infierno de los Indicadores” (2012), avala este problema mencionando que “las reparticiones públicas chilenas montan oficinas completas dedicadas a satisfacer los apetitos numéricos del monstruo burocrático, con sus directivos sabiendo cabalmente que la esencia de su gestión pasa por otro lado”.2
En Chile, en general las medidas que tienden a implementarse se relacionan con la llamada “mano dura”. Esto se traduce en aumentar el número de Carabineros en las calles, la represión y el número de personas detenidas, entre otros. Estas medidas apuntan a resolver sólo la parcialidad del problema, sin embargo, la violencia no puede ser mirada como un problema individual, ya que es un fenómeno complejo y multilateral.
Waissbluth, en “Sistemas Complejos y Gestión Pública” (2008), también avala que el problema de “insularidad”, es decir, la tendencia generalizada de los sistemas públicos de generar “islas autónomas”, sin comunicación entre los diversos actores y con propósitos distintos, dificulta la solución de problemas complejos.
Además, en un contexto de crecimiento económico del país, pero alejado de la equidad, se requiere que se inviertan más recursos en mejorar la igualdad de oportunidades.
La delincuencia, por su parte, se menciona como uno de las prioridades de los gobiernos, sin embargo, esto no se ha visto reflejado en el gasto.
Adriana Delpiano, quien ha tenido una gran trayectoria en el servicio público, señala que para lograr efectuar cualquier cambio en políticas públicas es esencial entender bien quiénes son los actores y cuáles, sus miradas e intereses. En general, los problemas no son sectoriales, por lo que demandan soluciones de varios ministerios. Como cada uno tiene sus propios objetivos, lograr acuerdos puede ser un proceso lento, en el que surgen varios problemas, requiriendo un trabajo coordinado y la cooperación de todos.
Gestionar un cambio en políticas públicas para lograr disminuir efectivamente la violencia en Chile es un verdadero desafío. No sólo requiere tiempo y la cooperación de diversos actores, sino también tener claras las prioridades para poder negociar y luchar con los egos de los participantes. Existen muchas necesidades en el país, por lo que los cambios pueden afectar para bien a una gran cantidad de personas, lo que resulta, desde un punto de vista personal, una gran motivación para superar las dificultades.
Carmen Daría Eimbcke Bosch
Citas
1 Noticia consultada en http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/policial/persona-recibio-disparo-de- gendarme-en-santiago/2012-10-09/154326.html el 10 de octubre de 2012.
2 Waissbluth, Mario. “El Infierno de los Indicadores”. Magíster en Gestión y Políticas Públicas, Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de Chile. Octubre 2012.
Bibliografía:
– Dammert, Beltrán, Velásquez, Córdova, Székely, Sepúlveda, Serrano y Modrego.
– Delpiano, Adriana. Charla “Elementos claves para una gestión pública de calidad“. Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile. 3 de septiembre de 2012.
– Noticia: Persona recibió disparo de gendarme en Santiago. Consultada en http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/policial/persona-recibio-disparo-de- gendarme-en-santiago/2012-10-09/154326.html el 10 de octubre de 2012
– Waissbluth, Mario. “Déficit de Vitamina ‘I’”. Centro de Sistemas Públicos, Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de Chile. Junio de 2010.
– Waissbluth, Mario. “El Infierno de los Indicadores”. Magíster en Gestión y Políticas Públicas, Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de Chile. Octubre de 2012.
– Waissbluth, Mario. “Sistemas Complejos y Gestión Pública”. Magíster en Gestión y Políticas Públicas, Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de Chile. Febrero de 2008.