14 integrantes de diversas áreas compondrán esta comisión, que fue lanzada hoy por el Ministerio del Trabajo y Previsión Social. El proceso se realizará junto a la London School of Economics and Political Science, con la asesoría de la profesora de la misma escuela, Kirsten Sehnbruch, quien también es colaboradora de nuestro centro.
Actualmente, la calidad del empleo en nuestro país se mide principalmente a través de indicadores asociados a la evolución de los salarios. Pero, ¿qué pasa con otras dimensiones como el clima laboral, la posibilidad de desarrollarse, la satisfacción con el aporte que se realiza, la seguridad laboral, entre otros?
Este, precisamente, será uno de los elementos que se pondrá en la mesa en la Comisión de Expertos para el Estudio de la Calidad del Trabajo, instancia en la que participará Pablo González, director Académico del Centro de Sistemas Públicos de Ingeniería Industrial de la U. de Chile, junto a otros 13 representantes del mundo académico, de los trabajadores, gremios empresariales, organismos internacionales y entidades del Estado relacionadas a la investigación del empleo.
Se trata de una instancia convocada por el Ministerio del Trabajo y Previsión Social y que se desarrollará en conjunto con la London School of Economics and Political Science. Esto bajo la asesoría de la profesora de la misma escuela, Kirsten Sehnbruch, quien también es colaboradora de nuestro centro y quien precisamente ha impulsado investigaciones en la materia junto a Pablo González.
Y en términos más concretos, ¿cuáles serán los objetivos de esta comisión? Tal como explicaron desde el ministerio, la comisión trabajará para contextualizar la calidad del empleo en el mercado laboral chileno, definir dimensiones e indicadores para su medición; analizar los resultados y definir la futura publicación del indicador. Asimismo, se buscará identificar desafíos en cuanto a brechas de información que existen actualmente en Chile y que impiden mejorar el entendimiento respecto a las diferentes dimensiones que conforman la calidad del trabajo, para así generar una hoja de ruta que guíe la labor del ministerio en proveer estas herramientas en el futuro.
“Queremos ampliar la mirada, más allá de cómo evolucionan los salarios reales”
Respecto a esta iniciativa, Pablo González valoró el esfuerzo, sobre todo considerando que “hoy la atención está centrada en ciertas variables que no necesariamente reflejan la integralidad de la situación laboral de las personas”.
—En este sentido, ¿en qué está puesto el foco hoy cuando se mide la calidad del trabajo y qué otras dimensiones deben ser abordadas?
—Hoy se observa principalmente el salario. Pero hay otras características del trabajo que se desempeña y que son muy relevantes, como las posibilidades de crecimiento en un espacio laboral, la satisfacción respecto a la labor, la capacitación y el desarrollo profesional, la autonomía que una persona pueda tener o las redes que puede generar dentro del ambiente del trabajo. Otros temas no menos importantes son los sistemas de protección, seguridad y salud a los que pueden acceder las personas, incluyendo la calidad de vida de ellas una vez pensionadas. Debemos ampliar la mirada, más allá de cómo evolucionan los salarios reales.
—¿Y qué pasa con las horas de trabajo?
—Este tema es bien interesante, porque es distinto ganar $400 mil en un trabajo de 45 horas a ganarlo en un trabajo de tiempo parcial. Asimismo, es distinto trabajar menos horas de lo legal porque así decidiste hacerlo a porque no has encontrado otra opción. Son realidades totalmente distintas en términos del bienestar de las personas. Entonces, es interesante empezar a medir esto. También es un desafío determinar el impacto que ha tenido la reducción de jornada de 48 a 45 horas, que es la más baja del continente. Aquí, por ejemplo, el impacto en el salario no es lo único relevante, sino lo que ha permitido en términos de conciliación trabajo-familia-tiempo libre.
—¿Por qué cree que es importante que como país nos preocupemos de la calidad del trabajo, sobre todo en el contexto actual? En el fondo, ¿qué repercusiones puede tener para el país el hecho de que las personas tengan una buena calidad de trabajo versus una mala calidad?
—Tiene consecuencias directas en el bienestar. Para el trabajador, el fin de trabajar no es el trabajo en sí, tampoco lo es la producción: sino más bien el desarrollo de su proyecto de vida y tener una buena calidad de vida en otros ámbitos, no sólo en lo laboral. Hay personas que se realizan mucho con su trabajo y hay otras que lo ven como un medio para obtener ingresos. La persona que fluye en el trabajo va a ser más feliz, más productivo, va a hacer un mayor aporte a la sociedad, se va a sentir más reconocido, va a sentir que florece como persona (…). Interesa mirar como se concilia el trabajo con otros ámbitos, que la persona esté bien integralmente. Viene también el desafío de la automatización, que significa se cerrarán ciertos empleos y se abrirán otros. ¿Cuáles son las características de los nuevos empleos? El foco debe ser la calidad de vida del trabajador en tanto ser humano. En los tiempos que vivimos, las empresas tienen un rol de integración a un cierto orden social, para que la gente se sienta aportando a un proyecto común desde sus distintas capacidades.
—Respecto a la comisión que fue lanzada hoy, ¿cuáles son las expectativas que tiene respecto a este trabajo?
—He formado parte de un equipo que ha publicado artículos científicos con propuestas de cómo medir, con las estadísticas existentes, la calidad del empleo en Chile. Con Kirsten Sehnbruch y Mauricio, quienes también participan en la comisión, y otros colegas, hemos publicado comparaciones entre distintos países de Latinoamérica, estamos trabajando en una comparación de las distintas regiones de Chile, pero esto se ha hecho en función de las estadísticas que existen a partir de encuestas de hogares y de empleo. Entonces, hay dos desafíos que no hemos abordado.
—¿Cuáles son estos?
—En primer lugar, un aspecto tiene que ver con cómo se ponderan las distintas dimensiones del empleo. Mucho de esto es arbitrario, por lo cual se debería, más bien, preguntarle a la gente cuál es el peso que le da a cada dimensión. Y el otro aspecto es que lo que está disponible es muy limitado. Nosotros formamos parte de la OCDE y particularmente la Unión Europea tiene una encuesta que mide distintas dimensiones que no estamos midiendo en Chile y que son relevantes a la hora de evaluar la calidad de empleo. Chile y México están fuera de esa medición de la OCDE, y debiéramos avanzar en medir esas dimensiones. Yo aspiro a que esta comisión defina las dimensiones que debiéramos mirar en cuanto al empleo y que la mejora en las condiciones laborales empiece a importar en las políticas públicas.